La
maestra lo interrumpe un segundo:
- Che,
ahí atrás, ¿qué tanto cuchichean?, Francisco vuelva a su banco y deje a su
compañera tranquila. Seguí tranquilo Juan…
- Emmm,
¿por dónde estaba?... ahhh sí, ahí me acordé. Salimos de la escuela, el caballo
me esperaba, mi favorito, fue un obsequio cuándo cumplí 10 años. Mis hermanas
se subieron, le ayudé a subir a la maestra, y partimos. Era una linda tarde,
veníamos charlando, contado un par de anécdotas, disfrutando del paisaje. No
veía la hora de llegar a casa, los viernes me resultan matadores, ya llegaba el
fin de semana y me iba a poder relajar, al menos un poco, porque los sábados le
ayudo a mi papá con el campo.
Íbamos por el bajo del cura, el
mismo de todos los días, ese angostito que nos lleva a casa. Como siempre, se
empezaron a ver un par de vacas tiradas al costado, nada de otro mundo, son las
que todos los días están ahí, pero... ¿Cómo no pude verla? Con la lentitud y la
pasividad con la que se levantó, podría haber hecho algo, el caballo no iba
rápido, podría haberlo detenido... Pero es que iba tan distraído, estaba en mi
mundo, relajado, sin pensar en los peligros, ¿qué peligros? ¿Cuál es el peligro
en un camino tan estrecho y tan desierto?
La vaca se paró y dio la casualidad
de que justo estábamos pasando por allí, ¿tan oportuna iba a ser? Enganchó el
eje del sulki y… PUUUM, se dio vuelta, con caballo y todo. Ni bien reaccioné,
me paré como pude, vi que mis hermanas habían hecho lo mismo, pero el caballo
estaba desplomado y mi maestra no se podía levantar, me gritaba que corra.
Levanté la vista y logré divisar a un hombre a lo lejos, se veía muy pequeño,
tranquilamente podría haber sido un palo, pero era una situación extrema, por
lo que seguí mis instintos y salí corriendo, como pude, porque las rodillas me
estaban matando del dolor.
Ese
mismo día, José, más conocido como el Pepe por todos sus amigos y el pueblo
vecino, charlaba con Raúl, su primo que lo había venido a visitar desde La
Pampa por su cumpleaños. Entre mate y mate, el recién llegado consultó a su
primo por el estrecho camino que había transitado, debido a un desvío en la
ruta:
- Che
Pepe, ¿vos sabés que pasó allá en frente? Pasa que cuando venía había unos restos
de sulki al costado, en frente de las vacas.
- Uhh
sí, vos sabés che que el otro día vino un pibe corriendo hasta acá. Se les
había volteado, ¿viste? Justo resulta ser que una de las vacas se levantó en el
momento exacto en el que el sulki pasaba por el camino, le enganchó el eje de
la rueda y se dio vuelta. Pero tranquilo porque están todos bien, la que se
lastimó un poco más fue la maestra, pero creo que anda de licencia ahora.
Raúl
había logrado divisar algo en el suelo cuándo pasaba, brillaba en el medio de
los pastizales, por lo que se bajó a recogerlo. Era una bolsita, blanca y de
tela, de un tamaño algo singular, era pequeña, como para no notar su presencia,
pero no tanto como para entrar en un bolsillo. La misma tenía cosida una
medallita de oro en su parte delantera, y un bordado debajo: “Mariana”, decía,
en hilos rosados. Dentro tenía un olor muy fuerte, Raúl supuso que porque debía
llevar varios días tirada allí.
- ¿Y de quién era? - preguntó el visitante a su primo.
- ¿Las
vacas? De los Ramírez, viste que viven ahí nomás. Yo ya les dije varias veces
que las acorralen, son un peligro ahí, pero no hay caso che… me dijeron que es
porque el hijo es medio vago…como que jugando les hizo un alimento, que les
gusta mucho, pero les hace bastante mal a los bichos ¿viste? …
- PEEERO
NO ANIMAL, que Ramírez, ni que vacas querido, ¡te preguntaba por el sulki
bestia!
- Ahhh
eso, pero me hubieses parado antes, ¿qué iba a saber yo? El sulki ese era de
los ingleses estos que viven acá cerca, los Smith, creo, algo así. ¿Por qué
tanto interés?
- No,
nada, es que justo me encontré esta bolsita – saca el objeto que había
encontrado – y pensé que podía ser de las personas del sulki, ¿a vos que te
parece?
- A
ver… - toma la bolsa y la lee – Y, por ahí sí che, había dos nenas ahí, puede
ser que sea de alguna.
El 20 de
julio de 2005 Martha conversa con su nieta al lado de la chimenea. Era un día
muy frío, se escuchaban las hojas arrastradas por el viento fuera, pero ellas
disfrutaban cada una de una chocolatada caliente al lado de las acogedoras
llamas. Entre charla y charla, Martha recuerda una anécdota y decide contársela
a su nieta, para pasar el rato:
- ¿Sabes qué? El primer trabajo que tuve, como maestra,
fue en el campo. Yo deseaba con el alma ser maestra, pero no había cupo en
ninguna escuela. Trabajaba en la municipalidad, el intendente, en ese momento
un médico, me quería mucho, de hecho, le gustaba que yo trabajara ahí y me
quería ascender, pero yo todos todos los días le insistía: “Señor, yo quiero
ser maestra”, le decía. Él me contestaba: “Pero Martita, si acá estás bien.”
Así, todos los días, por unos cuántos años, hasta que un día se presentó la
oportunidad. Una maestra rural, muy buena, se estaba por ir, se mudaba.
Entonces, el señor, me lo ofreció. Yo no dudé un instante, estaba feliz. Me
advirtió que iba a ser complicado, y de hecho lo fue, fueron noches enteras en
una casita en el fondo de un patio de una casa que tenía un perro policía que
me daba terror, además de días extrañando un montón, pero… ¡qué te voy a
decir!, era, y sigue siendo, mi vocación.
Me
acuerdo que una mañana llegué a la escuelita, era una escuela chiquita, la
Guillermina se llamaba, yo ahí era todo, el único personal que había, bueno me
fui un poco de tema…esa mañana llegué y había un montón de libros quemados, yo
me asusté, pero resultó que no había nadie ya. Resulta que por lo visto un
croto que andaba por ahí justo había pasado y, al encontrarla abierta, se quedó
a dormir en la escuela. Por lo visto hizo una fogata, para mantenerse
calentito.
Otra
que me pasó fue, una tarde, queriendo volver para Pigüé. Me acuerdo de esa fue terrible...
- Chicos,
una consulta, ¿alguien va para el lado de Arroyo el viernes?
- Si
seño, nosotros vamos para casa, ¿quiere que la
alcancemos? - dijo Juan.
- Si es posible sí, ¡muchas gracias!
Viernes 5
p.m.
- ¿Le ayudo a subir? - ofreció el joven a su
maestra.
- Muchas gracias. - respondió ella.
- ... Era una
tarde de sol, corría un vientito otoñal hermoso, íbamos charlando, los tres,
eran un nene y dos nenas. Él tenía 12 años más o menos me contaban de su casa,
una casa grande, muy linda. Observaba los campos, unas ovejas en algunos, un par
de caballos de vez en cuando, vacas... vacas, muchas vacas empezaron a aparecer
tiradas al costado. Creo que eran del padre de otro de mis alumnos, no sé por
qué las dejaban sueltas. Cada vez que pasaba estaban ahí, tiradas. Por ahí de
noche las acorralaban, pero si no, jamás. Pasábamos por ahí y justo una se
levantó y agarró el eje de la rueda del sulki, nos dimos vuelta. A mí me agarró
como una hemorragia en la nariz me acuerdo, no me podía levantar. Mi primera
reacción en el momento en el que ví que el niño se había parado fue gritarle
que corra y pida ayuda, no sabía que hacer yo sola ahí con las tres criaturas y
el caballo tendido en el suelo. El nene se cruzó todo un campo y trajo a un hombre
que estaba trabajando ahí cerca, a unos treinta metros más o menos, muy
gauchito el tipo, tenía aproximadamente 30 años, nos llevó a la casa de los
chicos. De ahí, su papá me alcanzó hasta Arroyo Corto, donde me puse a hacer
dedo y me trajeron. Fui al médico y me dio licencia, no me veía en condiciones
de volver.
Diario de
Mariana Smith – 17/8/1954:
Querido
diario, me arrepiento tanto… lo único que quería era rendir más tarde la prueba
de matemática, no que suceda todo esto… ¿y si alguien se da cuenta? Me
arrepiento tanto.
Para
colmo hoy apareció el hombre ese desconocido y me devolvió la bolsa ¿se habrá
dado cuenta? ¿le habrá dicho a mi padre? Tengo miedo, flor de macana me mandé.
Encima hoy Francisco me volvió a pedir la plata por la comidita esa, yo no
quiero darle casi todos mis ahorros por eso, me arrepentí completamente. Dios, me
amenazó con contar todo, así que mañana se los voy a tener que llevar sí o sí
¡Mirá si no iba a existir un mejor gasto que una comida casera dañina para
vacas! Tenía unas ganas de comprarme una muñeca nueva, pero ya es tarde para
eso.
Espero que nadie se entere al menos… Ya te contaré como sigue todo esto.
Con cariño, y bastante nerviosa
Mariana
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