martes, 26 de mayo de 2020

Creyendo en el "futuro"

Será un sábado. Un día como cualquier otro, te levantarás, como no podrás abrir bien los ojos, caminarás hacia el baño, abrirás la canilla y sentirás como el agua, helada porque aún hace frío, te empapará la cara, ayudándote a observar con mayor claridad. De pronto, alzarás la cabeza, y ahí estará, en el espejo, esa misma imagen desalineada de todas las mañanas que te esforzaras por embellecer, como siempre. Pero notarás algo distinto, ahí en la punta, el espejo estará roto, un golpe pequeño, como aquellos que se les hacen a los vidrios frontales de los autos en la ruta cuando un camión levanta una piedra y da contra ellos, ese golpe que, aunque chico, molesta, pues de el desprende una rajadura miniatura que con cada segundo se va ampliando, hasta volverse inmensa y no dejarte ver con claridad. Pero aquello te desconcertará, allí no hay camiones, ni piedras...
Saldrás deprisa, no solo obstruirá tu visión, sino que las supersticiones te consumirán la cabeza. Pedirás el ascensor, aquel que siempre al subir parece que va a caer, se escucharan las correas moverse y tu te impacientaras, porque oirás que se cierra una puerta desde la otra punta del pasillo. Los pasos de tu vecina, lentos como siempre, uno por uno, como cuidadosos. No querrás esperar a nadie, pero la ética y la moral te lo impedirán. Luego de unos segundos, eternos para ti, preguntarás amablemente: ¿Baja?; a lo que la señora asentirá. Ese es el momento de la charla: clima, el tema de la mañana del noticiero y, por último, decisivo para ti, ella sacará su celular del bolsillo.. "No sabe cómo leer un mensaje, me pedirá que se lo explique", pensarás con tu nervio constante. Pero, de pronto vibra el suelo, es planta baja. Abrirás la puerta de prisa, sin quedar mal con ella, la harás pasar generosamente, un saludo, cerrarás, y cada cual continuará su camino.
Te encontrarás marchando velozmente, pensando en cómo pudo haberse roto, no encontrarás una explicación lógica. Entonces vas a llegar, ahí estará, esa enorme mueblaría que siempre has de observar desde afuera, pero hasta ese momento no habías tenido oportunidad de entrar. Un paso amagando a abrir la puerta, cuando delante tuyo cruzará un perro negro, sin dueño, nadie estará allí con él. De nuevo todas las supersticiones invadirán tu cabeza, es un gato negro, pero... ¿será el perro del mismo color una señal?
Sin darle más vueltas al asunto entrarás, enorme, te encandilará la belleza y el lujo de allí dentro. No te distraerás, irás directamente a la sección de espejos, miles y miles, uno al lado del otro. Te distraerás mientras te pones a observar uno por uno, detalladamente, te entretendrás, como un niño en en una juguetearía que solo puede elegir un juguete... pero cual? Si te gustarán todos. 
Tu concentración es tal que, de repente te asustarás con el roce de una mano por tu espalda. Será un hombre de traje y con gel en el cabello:
-¿En qué puedo ayudarle?

Tartamudearás al principio por el susto:
-Ehhh ehh si si yo, eh que quería saber, ehhh... ¿cuánto cuesta aquel?
Él sacará una carpeta negra, como de cuero, con folios y se fijará el precio:
-$1000.
Te decidirás rápidamente, pagarás y volverás a tu querido hogar. Llegarás, tolerarás nuevamente el ascensor, pero ya con otra actitud, se sentirá el alivio. Entrarás a tu casa...¿y ese vapor?.. vendrá del baño. No habrá nada prendido, ni una sola canilla. Mirarás al espejo, estará empañado...¿y eso?.. una especie de jeroglífico, ¿será una lechuza?
...
-¿Y?... ¿Qué sigue?
-Ya lo descubrirás. Son $200.
-Bueno, gracias. Adiós.
-Adiós. ¡El siguiente por favor!... Será un sábado.

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