Este
cuento relata como son los últimos minutos de un hombre en un monte, en
Misiones, que, por un accidente, comienza a experimentar su muerte. Era un día
común, él y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal y se
sentía satisfecho por su trabajo. Con esa satisfacción decide descansar un
rato, cuándo un paso en falso lo traslada a su último momento con vida. Sabía dónde
se encontraba, la hora, incluso lo que iba a pasar, pues era su rutina, la
misma de todos los días. Lo que pasa, hace que comience a observar con más
detalle, casi “admirar”, todo lo que diariamente veía. Lo que relata Quiroga es
como el hombre se resiste a ese fenómeno inevitable, como unos minutos pueden
parecerle una eternidad.
Me llamó
la atención como, en tercera persona, describe todo en detalle, y sobre todo
como logra la sensación, a momentos, de que es el mismo hombre el que está
contando como se siente, “quejándose” y, con ello, logra que realmente se
refleje que él no se esperaba lo sucedido. Esto específicamente es lo que me
hizo pensar, la reflexión que creo que intenta dar Quiroga, o al menos la que
me llegó a mí: como en un instante nuestra vida puede terminar, y que es lo que
pensaríamos en ese momento. Todo lo que nos quedó por hacer, o el simple hecho
de saber que ya no vamos a volver a vivir esa rutina que no valorábamos.
“La muerte. En el transcurso de la vida se piensa muchas veces en que un día, tras años, meses, semanas y días preparatorios, llegaremos a nuestro turno al umbral de la muerte. Es la ley fatal, aceptada y prevista; tanto, que solemos dejarnos llevar placenteramente por la imaginación a ese momento, supremo entre todos, en que lanzamos el último suspiro.Pero entre el instante actual y esa postrera expiración, ¡qué de sueños, trastornos, esperanzas y dramas presumimos en nuestra vida! ¡Qué nos reserva aún esta existencia llena de vigor, antes de su eliminación del escenario humano!”
- (El hombre muerto, Horacio Quiroga)
También me llamó la atención el final, el desvío de la
atención hacia el caballo y la asociación que realiza con el paso hacia la
muerte del hombre; y como señala, desde un principio, que el machete que lo
mata era de alguna forma “su compañero”, un elemento muy común para él, que tenía
muy dominado debido a su uso diario, por lo que al hombre, le resulta aún más
inesperado que sea ese elemento el que lo mate.
Por todo lo mencionado antes, el cuento me gustó mucho.
Siguiendo la consigna, lo que tomaría prestado para un cuento propio es la idea
de qué piensa alguien antes de morir, utilizada de otra forma, pero me resulta
interesante cuantas historias se podrían desarrollar a partir de eso.
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